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Dos vidas vividas: Alicia Flores

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* Una retratista en la corte de Enrique VIII, fue finalista en el Premio Literario Casa de las Américas (Cuba, 2009), donde el presidente del jurado fue el gran José Saramago

Por Nidia Sánchez. La vida en rosa

Escritora, mexicana, Premio Nacional en los XII Juegos Florales Ramón López Velarde (2019), con ocho novelas publicadas, entre las que se encuentra Una retratista en la corte de Enrique VIII, que estuvo entre las diez más leídas en México en 2009, y que le ha traído muchas satisfacciones, entre las que se cuentan, la segunda edición en España de esta novela que salió en noviembre pasado. Nuestra invitada permanece vigente y creativa con obras de cuento, poemarios, su participación en antologías, además de promover la lectura e impartir talleres literarios.

Una retratista en la corte de Enrique VIII, fue finalista en el Premio Literario Casa de las Américas (Cuba, 2009), donde el presidente del jurado fue el gran José Saramago.

Si bien Alicia Flores nació en la provincia de Las Choapas, Veracruz, radica actualmente en el estado de Puebla, desde donde atendió entusiasta y radiante a esta entrevista.

¿En qué momento descubrió su capacidad de escribir literariamente?

Los ojos brillantes de nuestra entrevistada trajeron a su memoria la edad de 58 años, cuando estaba punto de jubilarse de su profesión como médico especialista en ginecología.

“Fui lectora desde muy chica. Un día, en el quirófano, cuando todo estaba tranquilo porque preparaban a la paciente para operarla, se materializó un poema, creo que estaba vibrando tal vez en un nivel superior. Entraba dos veces por semana a quirófano y la enfermera circulante entre las cosas que entregaba al anestesiólogo, me daba una hoja blanca y un lápiz, entonces me ponía a escribir en una oficina pequeña anexa a quirófano. Mi amigo el anestesiólogo dice que todos se preguntaban, ¿qué estará haciendo la doctora?, y pensaban, estará escribiendo cartas, pero nadie me preguntó. Así fueron naciendo los primeros poemas de Naufragio. A los pocos meses, me jubilé”.

“Mis primeros textos fueron poéticos, de la lírica. Desde los cinco años aprendí a leer todo lo que caía en mis manos, hasta buscaba a mis tías, abuelitas, a las vecinas, para ir a leer en voz alta. No solo me quedaba con las historias, quería contarlas, todo eso se fue recargando en capas y capas hasta que llegó el momento en que explotó, había que darlo”.

¿Quiénes han sido sus autores favoritos?

“Yo empecé leyendo poesía, mi autor favorito a edad temprana es Rubén Darío, leí sus obras completas cuando tenía 11 años, él fue mi iniciador. En la actualidad entre mis poetas favoritos está Jaime Sabines y Mario Benedetti, de ficción ahora prefiero leer novela y novela histórica, mi autor favorito estadounidense es Noah Gordon, que escribió El Médico, también tengo una autora inglesa que se llama Taylor Caldwell, que escribió la novela Médico de cuerpos y almas, que es la biografía novelada de San Lucas, el evangelista. Leo a otra autora de ficción que es una literata norteamericana de raíces judías que se llama Erica Jong, feminista, tengo todas sus obras”.

¿Cuál fue la primera obra que envió a concurso?

“Es el poemario Naufragio, lo mandé a dos concursos, y no ganó, pero, mi primera novela histórica Una retratista en la corte de Enrique VIII, le pregunté a mi único maestro por aquel entonces, qué hacía con una novela terminada, me dijo que la enviara a un concurso. Para entonces había internet, era 2009, busqué y encontré Premio Planeta de Novela (Argentina). Vivía todavía en Las Choapas, pedían en físico la novela, cinco ejemplares porque eran los integrantes del jurado. Mi novela tenía 300 páginas, en el pueblo imprimí 1500 hojas, había que engargolarlas y mandarlas por correo. En las instalaciones del correo la persona que atendía resultó ser mi paciente, me informó que saldría carísimo el envío hasta Argentina, así que las comprimió con cinta canela. Cuál sería mi sorpresa, como a los tres meses, ya hasta me había olvidado, me hablaron desde Buenos Aires, diciéndome: Sabe usted que quedó finalista del Premio Planeta de Novela (Argentina), y hay una cena de lujo con los diez finalistas, ahí se informará el fallo del jurado, está invitada con su pareja. Estoy en México, respondí. Acabamos de ver su novela. Finalmente, ganó el argentino Federico Andahazi con una novela que trata de un navegante azteca que viajó a Europa, la obra se llama El conquistador”.

“Pensé, la voy a mandar a otro concurso. La envié al Premio Literario Casa de las Américas (Cuba, 2009), en ese tiempo era como el Premio Nobel en español. Recibí un correo de la editorial Planeta, donde me decían quedó usted como finalista del Premio Literario Casa de las Américas, queremos editar su novela. Lo cuento, porque muchos escritores me han dicho que no creen en los concursos, y doy fe que al menos en esos concursos fueron totalmente imparciales. Es una historia que voy a contar en mí autobiografía”.

“En el concurso Premio Literario Casa de las Américas, el presidente del jurado fue José Saramago. Tengo la segunda edición de Una retratista en la corte de Enrique VIII, me la hicieron en España con una portada preciosa, la original que me hizo editorial Planeta, también es bonita, es un cuadro de Rafael y esta novela se vendió toda en el primer año. Estuvo entre las diez novelas más vendidas en México en Cafebrería El Péndulo, mi novela en sexto lugar junto a una obra de Octavio Paz, que era el quinto lugar, y la escritora rumano-alemana Herta Mûller, Premio Nobel de Literatura 2009.

¿Considera que escribir literariamente tiene relación directa con la inspiración o acaso ocurre de forma natural?

“La inspiración es algo subjetivo, me adhiero a los escritores que dicen que la musa no tiene hora para llegar, pero es muy celosa, si llega y estás ocupado en otra cosa, se va, y ya no regresa. Para mí es ideal escribir en la noche, ya no te llaman por teléfono, todos duermen, hay silencio y eso ayuda. No descanso si no escribo todos los días, pueden ser artículos periodísticos, cuentos”.

“La literatura es una diciplina muy rigurosa, cuando escribo una novela me impongo al menos diez páginas diarias”.

“Soy tan afortunada que me ha tocado vivir dos vidas: la primera como profesionista, y la segunda como escritora, cuando por lo general a los 60 años se da por terminada la vida y nos dedicamos a apapachar a los nietos. La sociedad ha empezado a ver a la tercera edad como personas que todavía tienen mucho que dar, cuando antes mandaban a sentarse al rincón para esperar la muerte, la gente así lo tomaba, ahora hay muchas actividades para las personas de la tercera edad. He impartido muchos talleres en La Casa del Abue, es un programa del DIF de Puebla, donde hacen ejercicios, bailan, también toman clases de literatura, he dado poesía, cuento, y donde antes solo se contemplaba a niños, jóvenes, actualmente los adultos han logrado buenos poemas y vamos a hacer una antología”.

¿Hasta el momento cuál ha sido el mayor reto literario?

“Una novela futurista que escribí. La ciencia ficción está de moda entre lectores medianos o de a pie, lo que más se comercializa es novela, de todo lo que se edita las dos terceras partes son novela, libros de autoayuda y ciencia ficción, pienso que nunca voy a escribir autoayuda y creí que tampoco ciencia ficción, y luego me propuse escribir una novela futurista, de un mundo distópico, se llama Acuérdate de olvidarme, la editó la BUAP, antes de la pandemia”.

¿Qué aporta la literatura a la humanidad?

“Esa es una pregunta como dijo Louis Armstrong cuando le preguntaron ¿qué aporta el jazz a la música?, él contestó: My friend, if you ask me you will never know, mi amigo, si tú preguntas eso, nunca lo vas a entender. Hay muchas personas que dicen que lo que aporta la literatura es vida, el que lee vive mil vidas, pobre del que no lee, porque nada más vive su vida, es transportarse a otros planetas, a otros siglos, a tantos momentos históricos como la revolución rusa, francesa, tiempos épicos, personajes sabios con los que uno dialoga a pesar de que tienen siglos de haber muerto, un viaje al centro de la tierra, todo eso que nos es dado por la literatura, es vida, así lo siento, son vidas extras, vidas que nosotros vivimos a través de los libros”.

¿Qué se ve haciendo en los próximos años?

“Me veo en una casita en el campo, en Atlixco, con una biblioteca minimalista, porque he acumulado tantos libros que realmente ya es hora de que pasen a otras manos. Me veo en un estudio escribiendo todo lo que se me ocurra, tengo una novela que habla de la píldora anticonceptiva, es la historia de la píldora, novelada. Estaré rodeada de flores y plantas, con alguien que me ame y a quien amo”.

Como autora única Alicia Flores tiene ocho novelas que son: Una semana de gracia; Una retratista en la corte de Enrique VIII; Cañita Cuahuzayoly; El faro de sierra de negra (es una novela histórica); Acuérdate de olvidarme, Pasajeros sin huella. “Mi libro mi favorito sentimental es Lagunas mentales, un thriller psicológico”.

Tres poemarios forman parte de sus obras: Naufragio; Las mil y una emociones, editado por un programa PACMIC de Acayucan, Veracruz; Atributos florales, un libro objeto ilustrado con flores, que se agotó y debido a lo caro no ha vuelto a editarse, fue resultado de un taller en Las Choapas, cuando iniciaba como escritora.

Entre sus libros de cuentos tiene: Los Cuentos claros y el Relato espeso, que editó la Universidad Veracruzana en el Centenario de la Revolución; Suave de sur a norte, a cargo de la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz; Alcanzar el sol, que ganó el Premio Nacional Ramón López Velarde (2019) en Jerez de García Salinas, Zacatecas.

Como escritora activa cuenta con artículos periodísticos y ensayos publicados.

La participación de Alicia Flores está presente en quince antologías con diversos autores donde publican poesía y cuento.

“He sido muy afortunada, tengo 30 libros, entre antologías, colectivos y donde soy única autora que son 15. Esperar lo inesperado, es otra antología de cuentos que editó la UNAM. De un colectivo hicimos La Constancia, una fábrica textil que está en Puebla, ahora remodelada, es un libro que me gusta mucho”.

“A mí me gusta hacer las portadas de mis libros, el editor me puede dar propuestas y al final decido”.

“Tengo un cajón lleno de diplomas de todas las universidades a las que he ido a dar talleres, reconocimientos por fomento a la lectura”.

“Lo que considero muy entrañable es el trofeo que me dieron en los XII Juegos Florales en Jerez de García Salinas, Zacatecas en un teatro”.

La escritora Alicia Flores se ha presentado en innumerables escenarios, un sueño y un reto fue la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a donde se trasladó en 2018, no solo con un libro, sino con tres, como coautora en las obras Bocado de Ángeles; La Alegría del Hogar; y como única autora con la segunda parte de Una retratista en la corte de Enrique VIII, que es Un rescatista en la corte de Felipe II, que editó la BUAP, un libro que tiene impresas pinturas seleccionadas por la autora.

Otro lugar que nuestra invitada considera memorable, además del Palacio de Bellas Artes, es la biblioteca Palafoxiana (Puebla) donde ha presentado algunos de sus libros.

Nos comparte que a veces los recuerdos más entrañables han sido en escenarios mucho menos impactantes.

“El segundo escenario favorito para mí es la capilla La Constancia, hicimos el libro Voces vivas de La Constancia, y el gobierno de Puebla permitió que se celebrara la primera presentación en esta capilla, donde tocaron la campana como si se llamara a misa, era el único lugar vivo que quedaba de esa fábrica textil, que se extinguió y el gobierno la renovó después. En aquella ocasión toda la capilla se llenó, fue un escenario precioso, lo más significativo fue que décadas atrás me había casado con mi esposo en ese mismo lugar”.

“En el Paraninfo de la Universidad de Puebla, que es un salón precioso, también ha presentado libros y se trata de un lugar donde presenté mi examen profesional”.

“Otra experiencia peculiar me ocurrió en Puebla en la colonia marginal llamada Pueblo Nuevo, ahora rebautizada como Romero Vargas, uno de los focos rojos de las colonias populares, a donde una sociedad civil me invitó a participar a fundar un museo comunitario y una biblioteca. El museo comunitario queda a un lado de la capilla de Pueblo Nuevo, y presentaba un libro cuando un señor se levantó y dijo: vine a la capilla a sacar una fe de bautizo que necesito y tengo que regresar a mi pueblo, pero como me hacía falta una hora para subirme al camión, entré aquí donde había gente y estaban dando café, la oigo a usted y yo quiero su libro, ¿cuánto cuesta?, apúrese porque mi camión sale en media hora y no lo voy a alcanzar, yo no me voy a ir sin su libro, le dije son 200 pesos, agarró el libro que estaba mostrando, dejó el dinero, y se fue, nunca en la vida me he sentido tan satisfecha, más halagada y gratificada, que en esa ocasión”.

“La vida hay que vivirla minuto a minuto. Hay una frase de Albert Camus con la que me identifico: “En las profundidades del invierno, finalmente aprendí, que en mi interior, habitaba un verano invencible”. “Así me siento, dentro de mi invierno, nunca se va a quitar ese sol esplendoroso del verano, aunque sea dentro de mi corazón lo tengo”.

“Hacer puentes para perpetuar la literatura, difundirla y conectar a más gente. Siempre digo que los seres humanos, especialmente los escritores, somos vasos comunicantes que vamos extendiéndonos para que los que vienen atrás de nosotros sigan la obra”.


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